irando el ocaso bajo la ventana de mi cuarto siento la vida pasar triste, melancólica, sin ningún sentido, tan irónica como la muerte que nos busca día a día, durante toda la eternidad, cuando podría extraer desde un principio nuestra esencia.
Tan confuso como un huracán dentro de mi pecho, el cual se arremolina, me destruye, y aunque en algunos momentos sus cálidas ráfagas dejan de correr como potrillos embravecidos ‘nunca acaban’.
Me siento sola en un océano salpicado de estrellas que se reflejan en la oscuridad del abismo, en donde creo caer y allí perdida lamento no estar donde no estuve, lamento no haber buscado mi destino, lamento no ser quien alguna vez quise ser.
Aquí sentada veo como el día se hace noche, veo las personas pasar ante mí, veo los años envejecer y veo mi alma marchitarse como una rosa en abril. Y sin quererlo me marchare, si, me marchare, y dejare de existir debajo de aquella ventana para pasar a ser la sombra del sauce,
Que con sus dulces ramas, alguna vez me acaricio el rostro.
04-07-2004, Alejandra Metzler.